Por: Penélope Collado
Creo que fue el poder visual de la primera escena de Varón, el nuevo video de Vakeró, la que subió tanto mis expectativas. Con su trulla de niños burbujeantes y lo surreal de una tv en medio de un cañaveral, Varón se introduce lleno de promesas.
La videografía de Vakeró se destaca de las de sus congéneres por el tratamiento sensual o cinematográfico -según requiera el tema- que le da a la realidad. Mientras muchos apuestan por escenarios manufacturados o imposibles, Vakeró ha usado como telón los campos, barrios, colmados y playas del paisaje dominicano, estilizado, sí, pero no disfrazado. Varón también está contenida en esa dominicanidad versión HD que el cantante de los raperos ha cultivado tan bien.
Pero mientras Manuel Varet se abre paso en la pantalla, buenmozo y de amarillo, mi emoción inicial se diluye ante el “dejen su show del medio día /que el dembow no es malo / pero si es una porquería” que introduce la canción. ¿Por qué sigue arremetiendo contra un género tan ubicuo e inescapable? El anacronismo de ese verso que se hace eco en el resto de la canción, me llevó una década y pico atrás, cuando este tipo de diatribas en contra del dembow se sentían capaces de generar fricción cultural, o al menos controversia. Y si bien la provocación es arma usual del arsenal de los músicos urbanos, esta bravata de Vakeró se siente, cual piedra arrojada contra una montaña, dramática e infructuosa.
Creo que Vakeró debería enfocarse en lo que él ya ha demostrado que hace muy bien: una música urbana que es alternativa pero no under, que coge, deja y combina y sorprende cada vez que se rebela ante la presión de la homogeneidad. Vakeró debería aceptar, como han hecho tantos otros artistas, que la mejor forma de “combatir” el dembow es darle al público más opciones musicales, no promoción gratis, pues la mala publicidad, al fin y al cabo, sigue siendo publicidad.
En esta canción que tanto alude al lenguaje del evangelismo popular dominicano, Vakeró hace las veces de predicador. Sentencioso, evoca a dios para que arroje fuego sobre sus enemigos, los artistas y fanáticos del dembow, su lucifer personal. Mientras, vemos a los jóvenes y niños del batey bailar al ritmo de una canción que no parece ser esta. Quizás hubieran preferido estar bailando otra cosa.