Por : Manuel Betances.-
Nunca es tarde si la reseña llega. Y así lo creemos cuando hablamos de un artista al que consideramos uno de los diamantes en bruto de la escena musical dominicana residente en el extranjero. Hablamos de Carlos Castillo, o Charles Lavaigne, una especie de tío loco y cool que toca guitarra, compone, canta, se despatilla, pero sobre todo es quien ha venido creando un universo sonoro en cada una de su 4 producciones musicales.
‘Zafa!’ es un disco que busca espantar el fucú que todos creemos tener viviendo en el ático de nuestro subconsciente, y este 2019 fue el año donde Charles sacó a pasear a esos demonios dormidos, convirtíendolos en notas musicales, acostándolos a dormir entre las líneas de un pentagrama que se arropa con acordes, y se viste con rayos solares entre cada riff de guitarra. Sí, así de profunda es la cosa cuando se trata de hacer música como la que Carlitos hace.
Esta producción consta de 11 temas con una duración de 53 minutos. Podría parecer más, pero eso es asigún. Canción a canción Lavaigne dibuja un paisaje propio en temas con matices de suite u opereta.
W.I.P. (The word) se encarga de abrir el disco sacándonos a dar un paseo entre jardínes con influencia barroca, dejándonos al frente de un pasillo e invitándonos a pasar a un salón donde nos espera sentada e impaciente Filomena, un tema que en la onda indie parece un himno de guerra y base de comparsa como si estuvieramos en el carnaval vegano. Room 7301 nos desacelera y devuelve la calma siguiendo el paseo de manera relax, elevándonos a una terraza de compases y bucles, y allí nos deja con un cielo claro y libre de nubarrones dejando asomar a Ballons, otra de las locuras de Carlos. Es una especie de bolero embadurnado de country y rock and roll liberando notas al aire. ‘Ballons, over my head … ♫’
Y si hablamos de flotar se trata, Satellites nos mantiene en el aire con un arreglo de cuerdas más bien espacial, que nos guia, nos tranquiliza el vértigo que puede producir sentirse flotando durante los 4 minutos que dura. Pero es otra trampa de Carlos. Nos ha dejado atrapado en una especie de burbuja que viaja sobre el mar Mediterráneo, influencia comprensible ante la exposición de Lavaigne en el viejo continente, y de eso trata E la nave va (Flor del puerto). Castañuelas, bulerías, trompeta y arena en los ojos suenan a los lejos, como si se trata de un recuerdo que aún no se ha vivido.
El recorrido sigue y nos lleva a una plazoleta donde el atardecer nos sorprende con Women in Tso Pema: acústica, relajante, y llena de paz. Y aunque no sea lo indicado reseñar un disco describiendo canción por canción, nos da igual. Ya sabrán de lo que hablamos al escuchar The Watchman, un track que puede dar de que hablar y condensa ese espíritu de freak show que alberga la naturaleza de un concierto de Charles. Pura psicodelia con banda sonora de circo de fondo con un personaje como un guachiman de protagonista.
Treehouse es la pieza que invita a ver el atardecer, en lo que se acerca la melodía cuasi zydeco y divertida de Bitter end. Y ahí radica la magia de Zafa!, un disco que casi no sale a la luz. F*ck you Colón!
Para cerrar, hay que marcharse con honores y La chichigua es la canción que funde ese rock con el trópico que Carlos no puede negar, despidiéndose con un tema digno de un roadtrip tirando a guaguancó. Así de experimental es el disco.
Denle Play. No hay que agregar más.