Por: Yaissa Jiménez
Dudar de las capacidades del tiempo, es darse por vencido. Desentenderse de la claridad que ofrece el pasar de los años, es pecar de un tipo de desapego a la vida que le quita brillo a todo lo que experimenta. El tiempo de nuevo nos mostró su cetro hace apenas unos días, cuando, de la mano de los hermanos Boynayel y Oliver Mota, salió a la luz pública el video musical de la canción “Kumbajei”, 20 años después.
Xiomara Fortuna cumple este 3 de agosto 40 años en la música, haciendo música, y siendo música. “Kumbajei” ha sido su producción más ambiciosa, el disco al que muchos le adjudican su entrada al mundo de los ritmos raíz y el termómetro que comenzó a medir la temperatura de la afro/fusión en la isla. La producción ya tiene dos décadas con nosotros alimentando mucho del discurso que aún se sujeta de los sincretismos operantes en nuestra región.
Kumbajei, canción y video, es una narración viva de la fiesta que se celebra en honor a San Juan Bautista, santo sincrético, “La noche de San Juan” en República dominicana. El video está repleto de imágenes relevantes, ricas y reales. Muestra a Xiomara en su estado natural. Logra transmitir esa simplicidad y complicidad que, quienes han conocido de cerca a la Fortuna, saben que existe entre ella y su fuente de inspiración más profunda, la afro dominicanidad desde la raíz sincrética. Hay una imagen en particular ubicada dentro de la casa en donde se van a realizar los toques, una señora al fondo a la que se le observa claramente invadida por las emociones provocadas por los misterios. Estos detalles garantizan que se tenga claro cuáles son las sensaciones ofrecidas y experimentadas durante los acontecimientos devocionales que llenan de riqueza nuestra cultura.
El uso del color es primordial en esta clase de acercamientos. El rojo es el protagonista, porque es el color insigne de las fiestas de San Juan, pero también destaco el ojo en que la cámara se convirtió, permitiendo al rojo ser un personaje durante el rito. Así mismo celebro la aplicación de una coloratura que mantuvo intactos los tonos de piel de los presentes en la celebración, ese negro hermosamente cenizo, característico del sur.
La escena final de Xiomara en el mar, habla por si sola. Reseñar algo en que solo la imagen es capaz de transmitir sería una necedad.
Parece que el tiempo nos tenía reservados estos 20 años para que este video fuera lo es. Nos tenía guardados a unos hermanos Mota ya completamente empapados de todo ese conocimiento sobre la tradición. A una Xiomara en idéntica y aumentada sintonía con su fuente de vida artística. Nos tenía quizás también, una lección. Que solo con dos décadas de peso entenderíamos que aun después de todo lo que tiene que enfrentar la tradición afro en nuestro país, la celebración a San Juan seguirá intacta, con una capitana al río y la devoción a flor de piel.