por: Max Cueto + Manuel Betances.
Si «A La Mar» (2016) fue la conexión de Vicente García con el caribe y los ritmos que ahí nacen (reggae, bachata, son, salve, merengue, gaita colombiana y esa exploración de los ritmos afro-descendientes dominicanos, llevándolos al publico que sigue su trabajo y arrastrando con él nuevos adeptos), «Candela» es la reafirmación de su dominicanidad, en donde toma el merengue como su base principal tocándolo en casi todas sus vertientes, desde merengue de comarca, merengue de palo, pambiche, perico ripiao, hasta subir las velocidades del mismo, manteniendo dentro de todo esto un sello que ha construido a partir de sus exploraciones, superando en ocasiones sus influencias notables. Volviendo a utilizar lo que ya funcionó, este trabajo cuenta por tercera vez -si contamos a «Trending Tropics»– con el productor Eduardo Cabra `Visitante`.
Nuestras primeras impresiones al escuchar Candela es que se trata de un disco bailable, en donde rinde tributo al merengue, pero siempre teniendo espacio a experimentar, como es el caso de «Ahí Ahí» una bachata electrónica con leves brillos de trap, aportando una sensualidad que roza con lo romántico y agregando una especie de coros estilo africano. «Palm Beach» tiene esa calma que fácilmente pudo haber terminado en A La Mar, una guitarra que suena a caribe, y una guira que machuca como base para unas letras cantadas en inglés enlazándose con el español, rogando que nos lleve al pasado. El salto de un tema a otro muestran los matices con los que fue producido este disco, y el ejemplo latente es «San Bá» (de la palabra: Sandbag) mostrando lo que se puede lograr cuando un ritmo caribeño muta a música dance y eletrónica bajo efectos del mejor rock indie.
Otro tema a destacar es Magüá, y pareciera una especie de ritmo deconstruido que al final termina en completarse y mostrarse, pero no, ese inicio es una especie de ritmo guloya con base electrónica, que será la base ideal para una canción con título del cacicazgo liderado por Guarionex que abarca toda la costa norte y significa ‘piedra’ en lengua taína, y desde ya proclamamos que es la joya del disco.
Tema ineludible al momento de escribir estas líneas es la comparación con el trabajo realizado por Juan Luis Guerra, notando como Vicente toma lo aprendido y crea un nuevo camino, posicionándose como un alumno aventajado del astro dominicano. Aprovechando esta familiaridad entre ambos, García aprovecha el momento e incluye «Loma de Cayenas», primer sencillo y un dúo con Juan Luis que en momentos nos cuestionamos si era necesario, ya que baja un poco los ánimos que llevaba el disco hasta su aparición. Pero aún así la pelota sigue del lado de la cancha de Vicente.
Ejemplos a tomar a cuenta para saber hasta donde se sumergió el artista tocando fondo y subiendo a respirar: «El Reperpero» y «La Tambora». Desde bacha-rengue hasta homenaje a Catarey.
«Guatú», «Murió con flores» y «Contracanto», como intro, nudo y desenlace respectivamente, nos parecen el alfa y omega que se alzan con el mensaje claro de que Vicente ha evolucionado: si en A La Mar hizo la tarea, Candela confirma su graduación.
Son 15 temas en total de un disco para escuchar de principio a fin sintiendo la brisa en la cara, espantando mosquitos y tirándole el trago a los muertos, bajo luces de neón y piso de un solo mosaico para bailarlo.
Feliz viaje (y fiesta) para todos.