por: Max «Drlacxos» Cueto.
Si hay un caso digno de estudiarse dentro de la música en La República Dominicana es la gran cantidad de proyectos que existen y como cada cierto tiempo aparecen en el radar nuevas opciones, super interesantes, de grande calidad, al punto que se pueden comparar con otros proyectos fuera de la isla, y con esto no quiero decir que lo que sea que venga de fuera es mejor que lo que aquí se produce, no, para nada, sino que a veces no sabemos de todo lo que tenemos aquí porque estamos viendo en otros lados.
Luis Santanmoret es unos de estos cantautores sobrados de talento, donde no solo se centran en hacer música, sino que todo lo que hacen va recostado de diferentes disciplinas artísticas. Santanmoret es compositor, escritor, pero a la vez muestra sus historias por medio de la música junto a The Roomates, un grupo de amigos que «se van a to’a» con él.
Y la manera de narrar que tiene Luis Santanmoret es lo que hace que su proyecto musical (que oficialmente es reciente), se diferencie de otras propuestas. Su narrativa consta de una habilidad de crear historias y personajes que nos deja en duda si son reales o solo basados en su imaginación, ya que conllevan un realismo mágico a la hora de componer, que lo vimos anteriormente en “Mr. Guiyagi”, y ahora lo vuelve a entregar en «Ícaro».
Sobre este tema, podemos decir que es una historia que mezcla dos mundos diferentes, uno de estos es un mito popular conocido en Ocoa, provincia Peravia, de un hombre que lo tuvo todo, riquezas, poder, y hoy es más que un simple mendigo, «un loco de la calle». Pero el contraste se nota con la historia del Ícaro de la mitología griega, el hijo de Dédalo constructor del laberinto de Creta, quien le había diseñado a su hijo unas alas con plumas y cera, para escapar de la isla a la cual el rey Minos los mantenía prisioneros. Dédalo advirtió a Ícaro que no voláse demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar.
Así es como Luis Satanmoret y The Roomates mantienen su labor de no ser encasillados en ningún género, y nos presentan este viaje sonoro, en donde los teclados del inicio parecieran la base de algún house, para darnos toques pesado en la batería y terminamos con un saxofón fiestero que nos desconcierta pero de buena manera.
Sin mucho más preámbulo, escuchen ustedes ahora: