Por: Manuel Betances.
Navegar en las aguas de la diversa discografía que compone la música raíz domninicana es tarea ardua, pero vale la pena descubrir y caer en cuenta de todo lo que nos depara al estudiarla. Es el acierto de saber algo que todos sabemos pero a veces no nos detenemos a profundizar. Es por ello que Isaac Hernández nos confiesa que para su segundo trabajo musical ha hecho la tarea.
Así llega Raíz, un disco de jazz con su respectiva improvisación pero que tiene mucha composición, y como lo dice el propio Isaac, «es formato de jazz en un contexto dominicano». De 20 composiciones, el músico tuvo la difícil decisión de quedarse con 7 temas que navegan entre el contrapunto, y de una manera hasta escolástica por el ritual que conllevó este proceso.
De hecho, en este álbum Hernández busca menos la escuela y más la experiencia, tomando a Tavito Vásquez como mentor a través de un estudio de su legado. Su investigación lo ha llevado a un proceso que lo envuelve en esa corriente de la afrodominicanidad, y extrae el material necesario desde la práctica al formar parte de bandas que trabajan el tema. Tal es el caso de su paso por proyectos musicales como los de Carolina Camacho, Patricia Pereyra o Irka Mateo. Y nada de eso deja duda de que esas influencias están presentes en este disco.
Raíz incluye la percusión dominicana como norte, y se nota la experimentación cuando por ejemplo, el disco sustituye el cymbal de la batería por una güira. Queda claro que eso genera un sonido inconfundible, apoyado durante las dos sesiones de grabación con un equipo de músicos como Otoniel Nicolás (batería), Joseán Jacobo (piano), Esar Simó (contrabajo), junto a la colaboración especial de Mois Silfa (percusión) y Mediumship Music (Moog synth). Precisamente, todo eso que le ha forjado a Hernández como músico, desde ver una película o respirar el aire mientras camina por nuestro malecón, queda plasmado en dicho material que presentamos hoy. «Uno se expone cuando graba», nos ha dicho.
Al repasar el álbum, iniciamos un viaje por nuestra sonoridad local, y qué mejor tema para darnos la bienvenida que el ya mencionado Moriviví. Nos recibe con un loop de güira y base de atabal en contrapunto, brindándonos melodías que se entrelazan. Siguiendo las polifonías, escuchamos Llegó la capitana (primer sencillo oficial). Es un tema con base funk y un groove latente alternando palos y batería con una guitarra líder. Todos los instrumentos se reúnen en una mezcla donde cada uno tiene su voz propia, pero separados son felices.
Le sigue Palo muerto, con base de palo como guía y teclado con la guitarra en segundo plano. En Nada que hacer (la pieza más antigua del disco) encontramos un sonido que dice «Entrégate, se jodió `to». Es un matrimonio de contrabajo y bateria. Puro avant-garde jazzy.
Si de influencias se trata, acá tenemos un referente desde la literatura con El Fukú (inspirado en Oscar Wao de Junot Díaz, según Isaac). Se trata de un merengue redondo con una tambora correcta, con línea de guitarra en onda bebop e influencia inconfundible de Tavito Vásquez.
Y si de experimentación se trata, en Pal gordo (dedicado a un integrante de la banda) tenemos gagá-rock, soul, R&B o bebop, todo amarrado en un loop de guitarra en forma de suite con contrapunto. Cerrando, aparece la influencia directa e confundible desde Villa Mella; es New salve que lleva una melodía acelerada, con momentos ambientes en turn-around y acordes dominantes, todo al estilo dominicano.
Es evidente, en Raíz la evolución musical de Isaac Hernández es obvia. Y la evidencia es que tiene más cosas que contar desde su espectro musical.
¡Enhorabuena!