Riccie Oriach – Mi Derriengue [2020].

Por: Max «Drlacxos» Cueto + Manuel Betances.

Según  la teoría popular «la segundas partes no son buenas», o por lo menos en su mayoría, el segundo intento no siempre suele funcionar tan efectivamente como el primer truco. La banda española Manos de Topo tituló su segunda producción El primero era mejor [2009], arrastrando la misma pregunta en cada entrevista… ¿cuál fue el motivo del título de su producción?, y siempre contestaban lo mismo: es lo que todos los fanáticos van a decir. Porque está en tu cerebro; el primero te enganchó, te enseñó algo que no conocías, el segundo tiene la difícil tarea de causar el mismo efecto y será difícil, porque si el primer disco fue muy bueno el segundo «debe» de superarlo, algo en muchos casos imposible.

Riccie Oriach es un cantante que con poco tiempo en la escena musical ha mostrado un éxito notable, el ganador en los premios Soberano a la primera nominación a la música alternativa dominicana, su nombre va relacionado con la escena. En 2017 lanzó su primera producción «Viaje al Infinito» mostrando una variedad de ritmos que fueron aceptados por el publico. Producción que fue editada en vinilo, dándole una oportunidad para los seguidores del formato. Las seis canciones que formaban su primer trabajo discográfico fueron aprendida casi de memoria por su seguidores, llevando su trabajo a países como Colombia y Estados Unidos. Formó parte del grupo de artistas elegidos por el productor Eduardo Cabra mejor conocido como «Visitante» (parte esencial del proyecto Calle 13) y el cantante Vicente García para ser parte del proyecto Trending Tropics en donde hizo un trabajo destacable.

Riccie quien en sus presentaciones en vivo, aparte de brindar al público las canciones que se alojaban en «Viaje Al Infinito» iba probando nuevas canciones, canciones que en sus conciertos eran usadas para romper el hielo, para combinar lo ya conocido con lo que pudiera venir después, y al parecer fue su método para una segunda producción.

Así nace «Mi Derriengue» trabajo que cuenta con la producción de Visitante. Ahora Riccie tenía una tarea difícil, no solo debía de superar el éxito conseguido con «Viaje al Infinito», sino que se le sumaba más peso el trabajar con un productor destacado, con un curriculum lleno de premios ganados y una fama construida por sus logros. La puerta que le abriría otros caminos al dominicano, y pondrían los ojos de afuera en él, ahora  cada decisión debía de pensarse bastante.

Lo primero que hace Riccie en Mi Derriengue es mostrar una parte de «la dominicanidad» que se ha ido explotando de a poco en su circuito, y jugando con palabras del diario vivir, con frases que forman parte de nuestra cultura. Juega con  muchas  expresiones coloquiales de hoy en día, y lo encontraremos a lo largo de la producción, ya sea como parte de su narrativa o los samples usados. Lo segundo es la música, los sonidos, la exposición esperada ameritaba mostrar ritmos dominicanos más allá del merengue y la bachata (caso contrario a su primer disco donde estuvo más cerca a otras latitudes), y es donde los tambores, las fusiones de ritmos, los inventos tienen lugar en esta producción.

«Mi Derriengue» es la canción que abre, una «guaguita anunciadora» decora un merengue basado en sonido de sintetizadores, un mambo sin metales (vaina rara esa), en donde Riccie trata una especie de «rapeo» mostrando otra faceta y llevando la canción a otro lugar. Luego nos encontramos con «Antojo», canción que ya habíamos conocido anteriormente, con un video grabado en Colombia junto a «La Alucinante Banda». Esta vez la canción se presenta con otros sonidos inclinándose más al merengue que a la primera versión conocida, teniendo el mismo potencial de enganche que la primera vez.

«Pa’ Que Suba» es una canción conocida para los que fuimos testigos de sus presentaciones en vivo. Se trata de un tema para romper el hielo, con un intro en algunos de sus conciertos que parecía más un interludio que una canción con mucho peso, pero el trabajo final resultó interesante. La canción que al principio parecía ser lanzada pensando en los carnavales dominicanos tomó un rumbo diferente, y  fue tomada por muchos como parte del «soundtrack» de las protestas realizadas en la isla luego de las elecciones fallídas del 16 de febrero del año en curso, algo que favoreció a la promoción del mismo. Cabe destacar el trabajo visual, lleno de misticismo, y a veces confusión, una mezcla de skateboard y magia, sin quitarle la calidad del trabajo del director Fernando Rivas, y los productores Riccardo Bardellino y Nadime Bachá.

Luego de haber escuchado variaciones en el merengue, las fusiones con nuestro sonidos afroantillanos y los golpes de atabales, lo que continúa es una bachata, pero no una bachata común, es «La Cuyaya» otra de las canciones presentadas en sus shows y esta vez el punteo bachatero lo adorna. La historia de por sí rompe con lo típico del género, yéndose por las ramas a lo aéreo, agregándole una especie de psicodelia, en sus líricas. Es un cambio dentro de la canción que tiene percusión y sonidos que la alejan de ser la bachata del inicio, también parte del trabajo de la canción recae en el producto visual realizado por  el director y animador CsarSlim donde resalta esa locura de la que hablamos en las líricas traducidas a imágenes.

 

Y siguiendo esa locura sonora, Riccie vuelve a usar esa linea de irse por lo aéreo con el juego de palabras, el sampleo, los sonidos, contar historias que parecen viajes alucinógenos (ya lo había hecho en Viaje al infinito, la canción) todo esto es la formula de «No Sé Men», casi cerrando el proceso de Mi Derriengue. Para cerrar con «Bendita Maldición» un intento de canción romántica, yéndose a la línea que anteriormente habíamos visto en «La Flor» en su primera producción, a diferencia que esta vez no, nos sentimos enganchados tanto ya sea porque hay algo en los sonidos o en la estructura misma.

Así definimos el segundo trabajo discográfico de Riccie Oriach: un viaje menos infinito, con más variedad sonora dentro de la producción aunque no sintamos el punch-line de las propuestas, lo que se traduce en un loop de repetir fórmulas.
Ahora, ¿sobrepasa lo logrado de Viaje Al Infinito?
Es una respuesta que la dará el tiempo, mientras tanto, escuchemos…