Fusión Percusión de las manos de dos grande: Guarionex Aquino y Edgar Molina.

Por: Manuel Betances/ Ceci Moltoni

Guarionex Aquino y Edgar Molina, en entrevista y conversatorio con el público en Generación Fusión Percusión.

Parte 1. 

Manuel Betances: Edgar Molina, Santo Domingo 1979. La primera vez que me topé con Edgar fue en este proyecto llamado Mambé, año 97. En la FM X 102, se le decía Edgar Conga en ese tiempo era su apodo artístico de inicios. Y hablando de eso, vamos a arrancar por el principio, Edgar ¿cómo llegas tú a la música? 

Edgar Molina: Bueno, mis inicios fueron como guitarrista. Recuerdo que me motivó fue ver a mi tio tocando con una banda en el Talent Show del Colegio Don Bosco. Y estoy viendo que el grupo está preparando unos temas de Green Day, The Cure y yo pienso «pero es que estos tigueres están muy viejos para estar tocando eso». Ya de madrugada ellos ensayando y yo dije ¨el año que viene me pongo pa esto y voy a ganar el talent show¨. Me puse en clases de guitarra y al año siguiente fue la primera vez que mi tío perdió, porque lo gané yo. Sigo con la misma banda y el grupo pasa de ser Estación 5 a convertirse en Némesis, mi primer intento de metal, primero y último porque me guayé de tal manera…. Fue en la eliminatoria del Fini en el 95 que voy a participar y cuando entro son nada más y nada menos que Mikail Martínez, bajista de Necro, Abraham Viñales que era guitarrista de Necro y mi profesor de guitarra, Dinaldo Coradín, todos los músicos del metal eran los jurados, me guayé. Me quedo afuera a relajar afuera con unas congas y uno de los jurados me vio y fue con el chisme a los de Mambé, que ellos andaban buscando un percusionista y estaba ahí fuera. Voy y toco, y esa noche a mi me pagaron, 700 pesos, fue la primera vez que vi dinero luego de par de años tocando guitarra y ni un chele…no estaba difícil de convencerme. Me entré entonces a Mambé y comienzo mi carrera en la percusión. 

En esos días anunciaron unos talleres de percusión de un maestro llamado Edis Sánchez, yo me voy a poner pa eso. El taller era justo en el Centro Cultural de España y era de folklore. Justo me pasa una de esas cosas del destino, voy por la calle del conservatorio y me encuentro que Cuero, Madera y Metal salía de un ensayo y yo veo esta gente David Almengod, Guarionex, Edis, con todos los instrumentos cargados y esa imagen a mi nunca se me ha olvidado y solo pensé ¨no te apure que nos vemos en el centro¨ y ahí me voy metiendo de lleno en la percusión.  

M.B: De esa manera accidental y de frecura de tocar las congas que te dieron el apodo, tomas los talleres y luego recuerdo que llegas a proyectos como Marassá, Drummayor, tocas con bandas como Toque Profundo, percusión a Aljadaqui y mucha gente que se vio una especie de evolución. ¿Cómo fue ese proceso?  

Tomando aquí las clases con Edis, él tenía el lanzamiento de su primer disco de Drummayor. Y uno está en la fiebre, estoy tocando el profesor está viéndome y me invita a su concierto, yo voy y quedo más loco todavía. Era la primera vez que tenía ese contacto con percusionistas de verdad, los maestros de aquí. Ahí Edis me invita a tomar clases con el grupo folklórico en APEC, me invita luego a su grupo y empieza el círculo a correr, con otras bandas y tomando más clases me acuerdo de la casa de Florentino lo que llamábamos el callejón de los sudores, todo se va poniendo más grande. Me mantengo en la línea de la percusión folklórica, hasta que me encuentro a Tadeu De Marco, que me guía a la música del mundo, música brasileña, hindú, otros tipos de música….

MB: hablamos del proyecto Batucaribe. Te ibas incluyendo, pero quizás había muchas dudas, como tú dices no te sentías del todo seguro, y vas incluyéndote en el circuito, pero cuándo llega ese momento que tú sientes que perteneces. Y con eso van dos preguntas. Un momento de frustración y un momento que tú dices sí, estoy encaminado. 

E: El momento de frustración que dije yo no doy pa´ esto fue cuando por primera vez a Giovanny Hidalgo en un concierto en Chavón, lo que él hizo como con 6 o 7 congas y de verdad dije ¨no doy pa eso¨. Y me tocaba grabar esos días y fui y cuando escuchaba me decía a mi mismo, no esto no fue lo que yo oí, este instrumento no suena así, eso me dio un poco de frustración, pero no lo tomé negativo. Me di cuenta cuál era mi nivel y que tenía que ponerme las pilas.  

Ya el cambio en que considero que empiezo a tocar en serio, cuando trabajo con Tadeu de Marco que comienza a confiar en mí y comienzo a sustituir a David Almengod cuando él no podía tocar, que piensan en mí. Lo que yo veía con Guaro, con David, veo que me concierto en una opción dentro de los músicos del nivel. Y mientras tanto sigo enrolándome, estudiando. Cuando me llaman para tocar con Pavel Núñez, incluso después de tanto trabajo y aprendizaje con Aljadaqui, en ese momento con Pavel me veo tocando con músicos como Rafa Payán, Papolo, también el tecladista de Chichi Peralta y Juan Luis Guerra, todo llega al punto. En esa situación Guarionex toca como invitado y me pregunta qué hay que hacer a mí. Creo que de ahí fue que comencé a decir bueno, esto va en serio. 

M.B.: En tu caso, que comenzaste como un freco tocando unas congas, rendían los 700 pesos en ese tiempo, eh. Ya arranca con tus propias historias sonoras, pasas por las charlas TED, fuiste a Miami Orlando a presentar algo sobre eso. Luego Percutrónica y luego algo más reciente como es el dúo DUHO, ese diván luego del ritual de la cohoba de los taínos, junto a Felipe Auffaunt que anda por ahí. Hay un comienzo en el que eras un aprendiz y ya pasas a a contar y enseñar esto. Háblanos de esto.  

E: Bueno, tanto lo de TED y todo lo que implica Historias Sonoras, que comienza contando un proceso de un camino, cosas que van marcando, lo bueno y lo malo que a uno le pasa, lo iba transformando en música a partir de la experiencia sonora. Y la evolución es un poco eso, historias sonoras me permite salir con mi propio proyecto, con una idea de música visual también, la integración de un fabricante de tambor tradicional intervenido por un muralista tocado por un percusionista que crean un tríptico. Esa mezcla se da con esas oportunidades que he tenido. Y me mantengo inquieto, tocando mis tambores, pero haciendo un aprendizaje, la pecera con agua aprendida de Guarionex, el pandeiro brasilero de Tadeu, el tambor aprendido de Edis Sánchez. Y en eso conozco a Felipe Auffaunt, con quien nos conocemos tres veces, entre un festival de flamenco, uno de guitarra clásica y otra oportunidad y todas las veces lo veo a él tocando solo. Y no. Eso no podía ser. Ahí empezamos a trabajar juntos donde está la percusión y la naturaleza, pero menos aérea que en historias sonoras, porque hay una guitarra clásica con sus composiciones y con su forma de ejecución con su particularidad. Y al mismo tiempo la percusión no es acompañante como en tantos otros proyectos, sino como un complemento protagonista. Felipe y yo pasamos ritmos del tambor a  la guitarra y algunas técnicas o algo que yo pueda tomar de la guitarra al tambor de ahí sale Duho

M.B recuerdo una pregunta que le hice a José Rangel, un integrante de la banda mexicana Café Tacvba qué recordaba él de Santo Domingo, luego de la gira que tuvo aquí. Y él me decía que nosotros somos muy musicales. Hacemos música hasta tocando bocina. En tu caso Edgar, tú que te has internado en los campos, que vas a averiguar, con tus tambores, a las procesiones, en los rituales. ¿Cómo suena el campo dominicano?  

EM: Es muy colorido. En nuestro campo las expresiones todo se mezcla, desde cuando suena la cuaba, como se está prendiendo para el fogón, desde cuando hay que poner una tranca a la puerta, lo sonoro está, la isla en sí es sonido. El campo tiene mucha particularidad en su forma de contar la historia, los cantos de trabajo, cómo el campesino desde que se levanta es tocando, las formas de llamar la gallina, los sonidos para ventear los granos. Es algo de la humanidad. Cada ciudad tiene su color, su sonido. Música, mano.

Parte 2. 

Manuel Betances: Guarionex Aquino, Mao, 1954. La primera vez que lo vi fue con el shekere en un programa en Teleantillas y yo muchacho al fin pensaba y esa pelota que él tiene con esas cosas que le cuelgan.
Guarionex, muchos sabemos de tu trayectoria o conocemos, pero quizás para las nuevas generaciones que no tengan muy claro este señor ha recorrido el mundo con grandes músicos, ha grabado con infinidad de personalidades, domina dentro la percusión géneros y lenguajes del world music, lo afro, la música brasilera, de todo un poco y hay que escucharlo para entender que me estoy quedando corto con respecto a lo que él maneja en el mundo de la percusión. 

Guarionex, hay una influencia muy directa con tu padre, alguien muy conocido en el país, que da a la confusión Guarionex papá o hijo, el que canta o el que toca. Qué tan importante es esa influencia para ti, para definirte dentro de la música?

Guarionex Aquino: Yo crecí, me crié, en un ambiente que desde que tengo uso de razón vi músicos, música, ensayos, gente en mi casa, cantantes. Iba a los ensayos de mi papá que veía la Santa Cecilia, la José Reyes, la San José, esos músicos eran extraterrestres, era algo demasiado contundente para mi uso de razón. En ese momento las orquestas usaban timbal, bongó, conga y batería, no es como ahora que un percusionista toca varios instrumentos. Crecí en ese ambiente, en la escuela en los primeros años tocaba cositas, pero recuerdo que en cuarto año a la pianista de la escuela Guatemala le faltaba alguien que tocara pandereta. Me llamaron a mi quizás por ser hijo de mi papá, no sé. Ahí comencé con unos cascabeles, una pandereta que tenía cuero, luego entré a los coros estudiantiles y luego al Santo Tomás, como baterista. Me fui curtiendo y aprendiendo con muchas ganas y de ahí pasé a los grupos populares. Un día estudiando medicina, Wellington Valenzuela me lleva donde Michael (Camilo) para que resuelva porque el percusionista no podía tocar. Pero Wellington yo toco batería… Me fui de la batería para la zona del bongó, cencerro, pandero. No me fue tan difícil excepto por las manos porque venía de tocar la batería con los palos a tocar con la mano. Y de ahí fue fluyendo. 

MB: un largo trecho de venir escuchando a tu papá cantar, una pandereta en mano luego los palitos de la batería para entonces agarrar la percusión.

GA:  Hay un dato, don Julio Alberto Hernández iba mucho a casa. El tenía un estudio improvisado con una grabadora de cinta. El tamborero que me acuerdo su nombre, Luis, era bombero él y no pudo ir. Tenía 8 años y mi papá me dice “ven para que toques un villancico merengue”. Para mi eso fue una catarsis, porque con papá tocar era otra cosa. Don Julio piano, papá cantando, y yo tocando. Se grabó, existe, es un disco de 45, creo que se pasó después a un compendio de cd. Yo tenía casi 8 años. Eso pasó en la Rosa Duarte donde vivía don Julio Alberto. Recuerdo eso como una de las experiencias más contundentes, interesantes, temerosas, Guay Mamá. Papá era muy estricto, pero no hubo choque, no hubo problema y salí bien del paso. 

MB: hablamos de los 70 y mencionas una figura que yo siempre los he asociado porque son como una plana de una época, y es a Wellington que en paz descanse. Entonces hay que hablar obligatoriamente de 4+1. Interesante encontrar tanta gente talentosa que luego descollaría dentro de la misma música pero en otras vertientes: Cuquito, Manuel Tejada, Guarionex, Wellington Valenzuela, el mismo Guillo Carías. Entre esos músicos se definió parte del sonido de la música popular de los 80, del merengue. Cómo te sirvió estar en 4+1 para luego seguir adelante? 

GA:  En este trabajo estuvieron también Cecilia García, Tavito Vázquez y Cachú, un tamborero, que estuvieron en la grabación. Aquí yo tengo la libertad de poder usar los instrumentos que yo llamo no consuetudinarios, cones, shekeré, cencerro brasileño, tamboriño, agogó, diferentes instrumentos que venía viendo, colectando y cayéndole atrás a los que tocaban eso. Una cosa es tú llegar a Nueva York donde convergen todos esos músicos cubanos, brasileños, etcétera o llegar y preguntar donde ellos están y a cómo es la hora de clase. Uno te conecta con uno y con el otro y así. Yo me volví un ratón de las tiendas de percusión en la ciudad de Nueva York que eran muchas, hoy no es tan así pero en los 80 sí. Yo me compraba instrumentos que no sabía cómo se tocaban, me los traía y esperaba volver de nuevo para ver quién me podría orientar. O algún disco, donde escuchabas gente como Airto Moreira con un bangaño y entonces caerle atrás tratando de sacarle el sonido.

MB: Mencionas la ciudad de Nueva York y quizás hay algo que nos saltamos ahí. Tania María. 

GA: Tania María fue un accidente maravilloso. Yo llegaba de Santo Domingo, habíamos tenido un día difícil. Yo me quedaba en la casa de Michel, me dormí y Michael me levanta y me dice compadre póngase los cables que nos vamos, que tenemos concierto. Era en un sitio que se llama Mikels que creo existe todavía. Me hablan de Tania, muy conocida en Europa y Asia, viviendo en Francia y luego Nueva York. Ve el concierto ella, nos presentan y ella cree que yo vivo en Nueva York. Michel le habla de mí . Y luego al mes me habla el manager para que forme parte de la gira de Made in Nueva York. Yo dudo pero me llama Michael Camilo y me dice compadre, no puede decir que no, fui yo que lo recomendé. Fue una gira de siete semanas que luego se convirtieron en siete años trabajando con ella y con Michel Camilo alternando. En esas siete semanas ella nos ponía profesores como Naná Vasconcelos, Carlinhos Pandeiro de Ouro, para que nosotros supiéramos el lenguaje, le interesaba que nos quedáramos pero hablando el lenguaje correcto con el concepto brasileño pop que ella tenía. Aprendí mucho y me sirvió como plataforma muy sólida para entender ya estando en Brasil, la inmensidad de ese país y la gran diversidad. 

MB: Aunque has tenido muchas colaboraciones con grandes de la música, te voy a mencionar un par de nombres para que me digas brevemente qué significan para ti:

Michel Camilo  

GA:  Fue, es y será la persona, mi universidad, mi alma mater, quien vive de una forma u otra en un momento u otro poniéndome en timing cuando nos juntamos, sea tocando o conversando sobre música. Y si no estamos tocando o conversando estamos viendo un video de algo que él quiere que yo vea. Es la persona que en realidad yo considero como mi mentor.

MB: Mario Rivera. 

GA: Mario Rivera, un dominicano que emigra por finales de los 40. Trabajé con él, no me acuerdo de él cuando estaba aquí porque era pequeño, pero trabajamos juntos en Nueva York y luego en Santiago en unos conciertos de jazz. Mario, la universidad.

MB: Catarey

GA: Catarey. Mi compadre (se emociona). Increíble.

MB: Tavito Vásquez. 

GA: Bueno, tengo el privilegio de que Tavito muere conmigo en un concierto que teníamos fijo en La Briciola, él siempre me comentó y hablábamos de que él quería morir tocando. Maestro, no se me ponga en esa, pero era un tema reiterativo. David Mármol estaba conmigo esa noche, estábamos tocando un tema de Charlie Parker, yo estaba casi al lado de él. Estaba Gustavo Rodríguez, Peter Nova, Eddy Vazquez, Tavito y yo. Yo pienso que del atril se cae la hoja que él está leyendo, pero era el comienzo de un infarto cardiocerebral que cuando él cayó, recuerdo como ahora, que lo comparo como cuando cortas un roble centenario. Aquel saxofón, aquel atril, aquella música y aquel hombre, robusto. Es una de las cosas que recuerdo con más dolor.

MB: Cerrando esa parte, Darío Estrella. 

GA: Que bueno que estamos cerrando esa parte (risas), me metió pa lo hondo. Soy un hombre operado llévame al paso (risas). 

Dario Estrella es un galáctico, super espacial, unas ideas fuera de pentagrama, un genio, una persona que para tocar su música hay que conversar con él primero, saber por dónde anda, qué quiere. Tiene la cabeza allá. 

MB: ya para ir cerrando Guarionex, tú que has viajado mucho, a qué te suena Santo Domingo.

GA: Santo Domingo me suena a uno de los sitios que más ha evolucionado, hablando desde lo percusivo sin querer salirme de ahí. Instrumentos que han evolucionado de una forma increíble de cómo se tocaban hace 10, 20,  30, 40, 50 años: la güira, la tambora, la conga, el bongó. Siento que mi país es una cantera de percusionista, como es de peloteros, aquí hay mucho ritmo, aquí hay mucho color, hay mucha sangre.