por: Max ‘Drlacxos’ Cueto.-
En una escena dominicana cada vez más inquieta, cuatro lanzamientos recientes dibujan el mapa sonoro de una generación que está aprendiendo a gritar, a producir y a sentir con nuevos códigos. Desde la vulnerabilidad eléctrica de Gaby De Los Santos hasta el caos controlado de sosamasnada, pasando por la experimentación híbrida de Bohemiolocoo y el dramatismo introspectivo de Ivy Negro. Son obras distintas, pero comparten una misma urgencia, la de convertir la contradicción en lenguaje y el ruido en identidad.
Gaby de los Santos – Buenas Intenciones
Gaby De Los Santos se consolida como una de las voces necesarias del nuevo rock dominicano. En Buenas Intenciones abandona definitivamente la piel acústica de ‘Tropezando‘ y abraza una textura más eléctrica, más densa, más contradictoria. Es un debut que suena a liberación, guitarras que se expanden como marea, letras que diseccionan las relaciones sin romanticismo, y una voz que se convierte en la representante de una generación. Nueve canciones que alternan vulnerabilidad y furia, entre guitarras que respiran grunge, atmósferas pop y una honestidad lírica que no teme mostrarse imperfecta. El disco, co-producido junto a Surya Cabral, combina grabaciones caseras con tomas de estudio, sin perder ese aire orgánico que caracteriza el universo de Gaby. Hay algo profundamente humano en la forma en que Gaby construye tensión y la deja respirar. ‘Juego Mental‘ es un ejemplo perfecto, un tema que se arma sobre un riff pegajoso, contenida rabia, y un cierre que estalla como una discusión que ya no se puede evitar. El dramatismo que arranca con ‘Punto Ciego’, o la ansiedad representativa de cuando no se sabe escapar de una costumbre, como lo presenta en ‘Nuevo Día’. En ‘Vértigo‘, las capas de voces y guitarras evocan el desbalance emocional que su título promete, mientras ‘Feliz‘ (la canción más breve y más explosiva del álbum) funciona como una válvula de escape, un pequeño estallido de euforia controlada. Mientras que ‘Todo Bien‘ cierra el disco con un aire etéreo que sugiere aceptación más que alivio. Buenas Intenciones suena imperfecto, pero interesante, poderoso y bien aterrizado, con una calidez que el pulido digital rara vez permite. Lo más interesante, sin embargo, es cómo Gaby se mueve entre la crudeza del rock y una sensibilidad pop cada vez más natural. En su mundo, el ruido también puede ser ternura.
Sosamasnada – Java Squirt
El productor local Sosamasnanda lanza de manera de experimentación su primer larga duración, una producción difícil de encasillar en su sonido, hablamos de Java Squirt, en donde Sosa se mueve como un artesano digital en plena combustión creativa, corta, derrite y reensambla sonidos hasta convertirlos en pequeñas cápsulas de ‘sentimientos’ melódicos. Lo que en otros productores sería un ejercicio de estilo, aquí se siente como un manifiesto, un collage donde los loops, los samples y las saturaciones son parte del lenguaje emocional. El disco abre con un pulso líquido y granular, esas texturas que parecen glitch, pero respiran con humanidad y poco a poco se sumerge en un universo donde el hip hop experimental, ambient y el IDM caribeño chocan sin pedir permiso. Hay un sentido de espontaneidad constante, los samples entran y se disuelven con precisión quirúrgica, las baterías parecen improvisadas, pero responden a una lógica interna impecable. Hay momentos de brillante claridad, un breakbeat que aparece y desaparece como una memoria mal recordada, una línea vocal distorsionada hasta volverse textura, que le dan al proyecto una cualidad cinematográfica. Java Squirt busca perseguir sensaciones, diseñado con inteligencia y emoción.
Bohemio Locoo – Bate de Artilugio
De origen serbio y criado en República Dominicana, Bohemiolocoo canaliza en este proyecto todas sus pasiones: la crudeza del rock alternativo, la cadencia de los ritmos caribeños y un espíritu de exploración que atraviesa cada pista. En sus propias palabras, el artista se describe como alguien que “empieza a mezclar sus influencias de rock alternativo con todo lo que ama de la música y la cultura dominicana”, y ese «blend” se siente aquí con madurez y coherencia. El álbum no se acomoda en un solo género: salta de la densidad eléctrica a la introspección, de la percusión caribeña apenas insinuada a la calma atmosférica. En ese ir y venir, Bate de artilugio encuentra su fuerza: en la dualidad entre impacto e invención, entre destruir y crear. Solo 3 canciones en donde la guitarra y la fusión de ritmos nos describe una dejadez intencionada, los arreglos sorprenden sin forzar el exotismo, y la producción (entre lo casero y lo de estudio) le da una textura viva, imperfecta y muy humana. Las voces, a ratos íntimas y a ratos desafiantes, sostienen un discurso que habla de identidad, choque cultural y reinvención personal. Más que una colección de canciones, el disco se siente como una declaración de autonomía, un artista híbrido que se niega a caber en un molde.
Ivy Negro – Tártaro
Ivy Negro debuta con Tártaro, álbum que funciona como un espejo de su evolución, un compendio de lo que ha sido hasta ahora y una declaración de su futuro. Donde recopila algunos de sus lanzamientos hasta la fecha. Diez canciones donde conviven la furia, la sensualidad y la introspección, unidas por una voz que va buscando consolidarse. El álbum abre con una versión renovada de ‘Soy Ilusión‘, su primer sencillo, ahora con más fuerza y convicción. Esa transición de la fragilidad acústica al músculo del rock resume perfectamente el trayecto de Ivy, de la delicadeza al poder. A partir de ahí, el disco avanza con precisión narrativa, casi en orden cronológico, mostrando la madurez sonora que ha alcanzado. Por primera vez nos topamos con Curvas y El Tártaro, donde suena más feroz que nunca. La primera irrumpe con una guitarra directa y un bajo que serpentea con intención; la segunda, que da título al disco, cierra con un puente y un solo que condensan su espíritu, intensidad, teatralidad y control del caos. En medio, temas como ‘Verdeperla‘ , ‘Vampiresa‘ e ‘Infierno en mi Piel‘ (junto al veterano Pablo Cavallo) exhiben su costado más atmosférico, jugando con el misterio, la sensualidad y un lirismo cargado de símbolos. Tártaro es, en esencia, un descenso al fondo del alma para emerger transformada. Con producción pulida, guiños al rock de los 2000 y un sentido visual marcado, Ivy Negro consolida su estética rockera y elegante dentro de la escena alternativa dominicana.
