Así va sonando el 2025: The Cat Lady, Ian Marc, Orlando Dua y Omar Perez-Then.

por: Max ‘Drlacxos’ Cueto.-

En el vibrante y a menudo ruidoso ecosistema de la música dominicana, hay artistas y proyectos que eligen un camino distinto. Algunos se sumergen en la densidad conceptual, otros en la intimidad del duelo, y hay quienes apuestan por el minimalismo como forma de resistencia. Esta nota es un mapa de esos trayectos divergentes: un recorrido por The Cat Lady, Ian Marc, Orlando Dua y Omar Pérez-Then, cuatro actos que, desde sus propios universos, nos invitan a escuchar de otra manera, a sentir sin prisas y a redescubrir la potencia de lo auténtico.

The Cat Lady – Rorschachs

Desde su irrupción en 2015, The Cat Lady ha sido unas de las bandas mas celebradas de la escena alternativa dominicana. Su música nunca ha buscado adornarse con artificios: es cruda, honesta, a veces abrasiva, siempre emocional. Con Rorschachs, su segundo álbum de estudio, la banda no solo consolida esa reputación, sino que entrega su trabajo más ambicioso hasta la fecha: un disco conceptual sobre la locura contemporánea, en todas sus formas posibles. La metáfora central es poderosa: cada canción como una mancha de Rorschach, abierta a la interpretación subjetiva del oyente. Desde la autodestrucción confesada en “Bad Influence”, donde el indie-rock se contamina de hip-hop y jazz, hasta la esperanza luminosa de “Y don’t You”, que se viste con guitarras bailables y un espíritu casi pop, el disco es un viaje que no ofrece respuestas, sino espejos. “Settle”, la colaboración con Lilo Sánchez de Señor Loop, aporta uno de los momentos más introspectivos, donde la melancolía se funde con un lirismo melódico que contrasta con el caos de otros cortes. Musicalmente, Rorschachs no teme al exceso ni a la contradicción. El tema homónimo es ejemplo de ese desparpajo: un collage donde indie rock, disco, bolero, bachata, merengue y punk conviven sin pedir permiso. Pero más allá del despliegue estilístico, lo que sorprende es la coherencia narrativa: cada desvío suena necesario, como si el álbum mismo estuviera atravesando episodios de lucidez y delirio. Rorschachs no busca complacer. Busca acompañar. En tiempos donde el indie latinoamericano muchas veces se disuelve en fórmulas seguras, The Cat Lady entrega un álbum que incomoda y seduce a partes iguales. Es un retrato de un mundo emocional fracturado, pero también un testimonio de resiliencia: ocho canciones que funcionan como manchas distintas, donde cada oyente inevitablemente ve y siente algo diferente.

Ian Marc – Duques 39

El debut de Ian Marc carga un peso poco común: no es solo la primera obra de un joven artista dominicano radicado en Canadá, también es el gesto íntimo de un nieto que decide responder a la pérdida de Rubby Pérez (su abuelo y una de las voces más icónicas del merengue) con música propia. Duques 39, un EP de seis temas escritos, producidos y grabados enteramente por Ian, se presenta como un acto de duelo, homenaje y afirmación artística. Más que un ejercicio de nostalgia, el disco respira una vulnerabilidad contemporánea: canciones como “5 Minutos Más” y “Tu Mundo y el Mío” se sostienen en estructuras pop latinas que rehúyen del artificio, apostando por la transparencia melódica y un pulso emocional más cercano al bedroom pop que al linaje tropical del que proviene. La producción, lejos de la grandilocuencia caribeña, se siente contenida, casi casera, pero esa imperfección suma , es el espacio donde el recuerdo se vuelve materia. El tema homónimo, “Duques 39”, funciona como ancla conceptual: un número convertido en coordenada emocional, un lugar que marca el inicio de un trayecto. En contraste, “Amor de una Moda que Ha Pasado” abre la puerta a un registro más clásico, como si Ian dialogara indirectamente con la memoria de su abuelo sin replicarla. Con apenas 22 minutos de duración, Duques 39 no es un statement definitivo, sino un primer trazo: un EP que vibra entre la intimidad del cuarto y el eco de una herencia demasiado grande para ignorar. Pero ahí está la chispa, ese espacio donde un apellido histórico deja de ser sombra para transformarse en posibilidad.


Orlando Dua – Entre coco y Vino

En un panorama musical dominicano donde muchas veces la búsqueda de novedad empuja hacia la sobreproducción y la saturación sonora, Orlando Dua decide tomar el camino opuesto: el del susurro, el del gesto pequeño que no necesita gritar para ser escuchado. Entre coco y Vino, su nuevo EP de apenas cinco canciones y quince minutos de duración, es un testimonio de que la vulnerabilidad, cuando se presenta sin adornos, puede ser radical. Las piezas que lo conforman: “Nada Para Dar”, “Mi Isla”, “Quimeras”, “Noches en Madrid” y “La Jeva es Mía Pero No Se Sabe”, funcionan como postales borrosas de un diario emocional. Cada una se siente suspendida en el tiempo, atravesada por la tensión entre deseo y resignación. La producción es mínima, casi austera, pero lejos de restar, amplifica el efecto íntimo: la voz de Dua no intenta conquistar la habitación, la habita en silencio, como quien comparte un secreto. El tema homónimo, que abre el EP, concentra su núcleo emocional: un brevísimo fragmento que sabe a despedida y a memoria. Más adelante, “La Jeva es Mía Pero No Se Sabe”, con producción de Mike Castro, introduce un barniz vintage que conversa con el bolero y el romanticismo clásico, pero sin caer en clichés. Esa oscilación entre lo contemporáneo y lo heredado atraviesa todo el disco: es balada, es bolero, pero también es algo distinto, un bolero filtrado por la ansiedad del presente. Lo que vuelve a Entre coco y Vino especial no es tanto su innovación formal, sino su negativa a dejarse arrastrar por la urgencia. Es un disco que parece detener el reloj, que se ofrece más como compañía que como espectáculo. En un tiempo de estridencias, Dua elige la sencillez como una forma de resistencia: un refugio acústico en el que lo íntimo se vuelve monumental.

Omar Pérez-Then – Alma del Caribe

En un paisaje musical donde el Caribe a menudo se asocia con el grito eufórico de la fiesta, Omar Pérez-Then decide tomar un camino diferente, íntimo y susurrante. Con su segundo EP, ‘Alma del Caribe‘, nos presenta un disco que no busca la atención masiva con parafernalias vacías o sobreproducción, sino que nos invita a detenernos y a sentir. En apenas 14 minutos y cinco canciones, este EP es un gesto de contención, un acto de resistencia en una escena que exige ruido. Desde las primeras notas de “Olas” y “Como Espuma”, el tono queda claro. Este es un R&B que fluye con la cadencia del mar, donde cada acorde y cada vocalización están suspendidos como la humedad del aire después de una tormenta. Es una producción que no busca impresionar con la velocidad, sino con la quietud y la atmósfera. La colaboración con Señora Bufo en “Llora El Mar” añade un toque dramático sin romper la delicada burbuja de sonido que Pérez-Then ha creado. El corazón del disco late con un pulso identitario en “809”, un guiño a la vida cotidiana que se siente tanto local como universal. Y el viaje concluye con “Voy Por Él”, una canción que no es un clímax, sino un suspiro, una resignación que cierra el ciclo con una melancolía serena.Lo más fascinante de Alma del Caribe es la valentía de su fragilidad. El Caribe se filtra aquí como un murmullo, un soul casero que convierte su vulnerabilidad en una fortaleza.