Eat The Cake: «La gente siente la música diferente cuando te ve ejecutándola en vivo. Y en eso estamos: tocar, tocar, tocar.»

por: Manuel Betances.-

 Continuamos con esta serie de entrevistas a propósito de la plataforma Isla Sonora, un esfuerzo en conjunto de la Alianza Francesa de Santo Domingo, la Embajada de Francia en República Dominicana, Café Le Bistró y, por supuesto, RFI Santo Domingo. Vamos ahora con el último hit, el más reciente encuentro. Esta banda, que ya se ha presentado anteriormente en nuestro patio, regresa con nuevas intenciones: van tras el premio, el pase para participar en la Fiesta de la Música 2025, Hablamos de Eat The Cake.

Discolai: Tenemos con nosotros en cabina una vez más, al músico y parte esencial de Eat The Cake, Emmanuel Bonet. ¿Qué lo qué? ¡Bienvenido!

Eat The Cake: ¿Qué lo qué? Tranquilito, feliz de estar aquí.

Así mismo, al estilo dominicano: “¿Qué lo qué?” ¿Cómo va la cosa? Cuéntame, ¿cómo va la jugada musical? ¿En qué están ustedes ahora?

Vamos bien. Ya estamos comenzando a tocar con más frecuencia. Terminamos el álbum el año pasado y ahora estamos tocando mínimo una vez al mes. Esa es la meta. Nuestra filosofía es que el sonido se pule en la calle, y además, así la gente te conoce. La energía de un concierto es una de las mejores formas de conectar como artista. La gente siente la música diferente cuando te ve ejecutándola en vivo. Y en eso estamos: tocar, tocar, tocar. Además, ya estamos comenzando a preparar un segundo álbum, con la idea de tenerlo listo para finales de este año.

Excelente. Es una buena táctica esa de presentarse en vivo constantemente, te vas puliendo y la gente te ubica. Y justo en estos tiempos en que tenemos las redes sociales a la mano, es mucho más fácil: que si haces un Live, que si te grabas una canción con una laptop… ¿Cómo han incorporado ustedes todas esas facilidades tecnológicas a su proceso creativo?

Sí, totalmente. Hoy en día el arte, y especialmente la música, se prestan mucho a trabajar con bajo presupuesto y aun así hacer cosas durísimas. Nosotros grabamos con una consolita, una interfaz y una laptop. Ocho canales como máximo. Grabamos en vivo: guitarra, batería y bajo conectados directo. Lo único que lleva micrófono es la batería. Las otras cosas, como los overdubs, las hacemos después. Pero lo básico lo grabamos juntos, en live takes. Y cuando un take está heavy, decimos “ese es”. Normalmente, no hacemos más de tres tomas, porque ya después de tres estamos jartos (risas). Usamos buenos equipos, pero no son los más caros ni sofisticados. Luego yo me siento a mezclar y editar, pero lo menos posible. La idea es no editar, que los takes queden tal cual. Si hay un error que no es muy evidente, lo dejamos. Grabamos sin metrónomo, para que tenga ese swing natural, esa sensación de que el tiempo respira, de que es una banda tocando en una sala.

Y que sea lo más orgánico posible, por puro disfrute. Porque yo los he visto tocando y se nota que lo de ustedes es pasarla bien. No parece ni trabajo ni compromiso con el público, es como entre ustedes. Y eso se siente.

Claro, eso está integrado en el concepto de la banda. Comenzamos con la idea de tener una banda para tripear, hacer música chula que nos guste. Y también buscamos que sea música disfrutable en diferentes contextos. El proyecto es muy versátil: hemos tocado frente a niños y se gozó, tocamos en La Alianza y se gozó, en el concurso de Mishu en Hard Rock y se gozó también. Tocamos en Proud Mary, en chiquitico, y en todos esos lugares la gente conecta. Entonces, esa vibra de disfrute es parte del concepto. Incluso lo pusimos en el nombre: The Cake. Las canciones son como pedazos de bizcocho. La armonía y los ritmos que usamos también tienen ese aire de diversión, de ligereza, pero sin dejar de ser música con sustancia.

Vamos a dar un recordatorio y un refresh a la gente: ¿por qué Eat The Cake le pone nombres de bizcocho a las canciones?

Bueno, la historia es un poco decepcionante, en verdad (risas). El primer álbum fue de bizcochos, el segundo va a ser de donuts, porque para nosotros las donas son bizcochos portátiles. Ese fue el pensamiento. Cuando estábamos armando la banda, nos preguntamos: “¿Qué nombre le vamos a poner?”. Yo entré a Google y busqué “Band Name Generator”. Respondí unas preguntas y una de las opciones que salió fue “Bonnie Eats The Cake”, porque yo puse que mi nombre era Bonnie (así me dicen a veces). Entonces los muchachos dijeron: “¡Papá! Eat The Cake, sin el Bonnie”. Y ya, fue como: vamos arriba. Todo se hace de bizcocho, ya el concepto estaba listo, visualmente estábamos seteados. Esa fue la filosofía detrás de todo.

Ahí está la idea, entonces, de porqué le ponen nombres de bizcochos a las canciones. Y ese próximo álbum viene con donuts, me gustó eso de que son bizcochos portátiles. Definitivamente creativo. Pero hablemos ahora de Isla Sonora, esa noche del 8 de mayo. ¿Qué tienen preparado? ¿Hay una dinámica nueva, canciones nuevas, o es más bien ir a pasarla bien? ¿Cómo será?

¡Todo lo anterior! Vamos a tocar canciones nuevas, canciones que todavía no están disponibles en plataformas. Para esa fecha, creemos que ya una de las canciones del álbum Donuts va a estar publicada y la vamos a estrenar en vivo. También es muy probable que toquemos una o dos canciones que nunca hemos tocado en público. La idea es tocar con tranquilidad, hacer un buen show. El que ha ido sabe que eso es una gozadera. En el evento pasado vinimos todos, menos uno del grupo que no pudo, a apoyar a Constanza, una amiga nuestra, y aprovechamos para ver cómo era el ambiente. Y nos encantó. Todo estuvo bellamente organizado, el sonido estaba buenísimo. Eso nos emociona como músicos, porque cuando las cosas suenan bien, se disfrutan más. Así que sí, estamos felices de poder participar y de lo que se está logrando con este evento.

Bonet, hablemos ahora de la escena. Tú tienes ya como diez años metido en la música: Guarevel Sessions, produciendo, creando… ¿Cómo ves ese crecimiento? Tantas bandas, tantos proyectos, y sobre todo artistas que no se han quedado aquí, sino que han salido: Solo Fernández, The Cat Lady, Giorgio Siladi, entre otros.

Uff… eso da muchas vueltas. Hay altos y bajos, como en todo. También hay personas que dejan de tocar por trabajo o responsabilidades. Pero lo que nunca ha cambiado es que aquí siempre se ha hecho música durísima. En mi experiencia, cuando viajo y comparo, siempre pienso: “¡Wow, los músicos dominicanos tocan durísimo!”. Aquí se toca bien, eso es un hecho. Y sí, me ha gustado mucho poder estar más de cerca en estos últimos diez años, observando lo que pasa en la escena independiente. Hay muchísima creatividad y versatilidad. Se hace música buenísima de todos los estilos. Claro, la escena tiene sus bajones: hay épocas con muchos eventos y otras en las que baja un poco. A veces por razones fuera de nuestro control, como lo fue el COVID. Pero siento que ahora hay un pequeño empujón otra vez. No sé si es percepción mía, pero siento que después del COVID estamos volviendo a un momento más activo.

Ojalá sea cierto, porque veo más proyectos reactivándose. Por ejemplo, yo hacía Guarevel Sessions en vivo y lo detuve por un tiempo, pero ahora hay otros proyectos similares surgiendo, y eso está chulísimo. Me da la sensación de que hay una energía nueva tratando de levantar esta música que es tan buena.

Cuéntame también qué opinión te merece lo que está pasando fuera de la capital. Porque uno a veces se queda atrapado en esta burbuja de “la capital”, donde se firman los cheques… pero por ahí hay gente rompiendo, en San Pedro, en Macorís, en varios puntos del país donde también se están desarrollando cosas interesantes.

Sí, loco, en Santiago hay una legión de matatanes. Hay gente allá metiendo mano durísimo. Algunos de ellos, como Diego Raposo o Martox, están haciendo colaboraciones fuera del país. Se están moviendo súper bien, porque son muy buenos. Después…

Tienes ahí a los Yellow Outlet, Rosee Abreu…

Sí, claro. Ese es como el crew de Santiago. Y, honestamente, de otros sitios no te voy a mentir: no conozco mucha gente. Sé de Punta Cana, por ejemplo, Papi Naranja, que me encanta ese proyecto. Me curan to’. Los adoro. Pero no nos hemos movido mucho hacia el interior. De San Pedro, por ejemplo, no conozco quiénes están activos.

Bueno, tienes a Karil, que era de la banda Kaím…

Exacto, a él lo conozco de aquí, de la capital.

Es lo bueno y lo interesante de tener esos lazos. Hay proyectos por todos lados: en San Cristóbal también hay varios, quizás un poco más tímidos, que no se mueven tanto hacia la capital. ¿Y ustedes como Eat The Cake? ¿Han hecho ese periplo, de darse la vuelta por la isla?

No, en verdad no. Solo una vez tocamos en La Romana, en una picota súper random. Nos contrataron y fuimos a tocar. Pero sí, por ejemplo, en San Pedro hay un spot donde un par de amigos míos han tocado. No recuerdo el nombre ahora, pero me imagino que ojalá y se dé la oportunidad de tocar allá.

Obviamente estamos abiertos. La idea es seguir preparando el show y, si podemos tocar donde sea que haya que tocar, vamos a tocar. Esa es la actitud. Si podemos movernos más al interior, perfecto. Sería un ambiente totalmente diferente. Y es un reto también, porque probablemente allá haya menos gente que nos conozca. Pero vamos arriba. Aquí estamos en home field, aunque no conozcan la banda, me conocen a mí, o a Franklin, o a David. Entonces sería una experiencia aperísima, y estamos dispuestos. Esa es la idea: movernos y compartir la música.

¡Pues búsquense ese picoteo! En el interior, en Santiago, llámense a los Martox, a Diego…

Sí, Santiago sería como el primer spot fuera de la ciudad donde nos gustaría tocar. Yo fui a un concierto de Rosee Abreu hace un tiempo, y el ambiente estaba heavísimo. Santiago es más fácil también, porque conozco gente allá. Así que sí, probablemente ese sea el primer paso fuera de la capital.

Bonet, muchísimas gracias por estar con nosotros.

Un abrazo. Gracias a ti por la invitación.