Constanza Liz: «Es muy especial vivir eso, viniendo de Venezuela, y sentir que, aunque seamos diferentes, compartimos una raíz común.»

por: Manuel Betances.-

Seguimos con más del contenido de RFI Santo Domingo, a propósito de la plataforma Isla Sonora, un esfuerzo conjunto de la Alianza Francesa de Santo Domingo, la Embajada de Francia en República Dominicana, Café Le Petit Bistrot y, por supuesto, RFI Santo Domingo. Con ustedes, Manuel Betances, y ya nos acercamos a la recta final. El pasado 7 de marzo, en el patio de la Alianza, tuvimos un encuentro musical muy especial en el que se presentaron Meli333a quien ya entrevistamos— y la cantante, compositora y violinista venezolana Constanza Liz, quien está aquí con nosotros. Constanza, bienvenida a RFI.

Constanza Liz: – ¡Hola! Encantadísima de estar aquí y acompañarlos para anunciar esta maravillosa edición de Isla Sonora, que la Alianza Francesa está apoyando y cultivando a través de la música. ¡Muchísimas gracias!

Discolai: Gracias a ti por seguir creando, seguir haciendo música y hacernos vibrar con todo lo que hacen ustedes, los músicos. Constanza, cuéntanos un poco de ti. Eres venezolana, ¿cómo llegas a República Dominicana?

¡Uy, vamos a hacer un resumen! Llegué hace ya ocho años a Punta Cana, específicamente, gracias a una propuesta de trabajo musical. Me ofrecieron hacer un performance de voz y violín con un repertorio que incluía jazz, bossa nova, pop y R&B.
Llegué con ese formato —violín y voz— y, con el tiempo, me fui adaptando a la movida de Punta Cana, que es bastante particular. Después de unos tres meses, ya estaba completamente integrada. Fue una etapa hermosa en la que crecí musicalmente, no solo como solista, sino también en dúo y con otros formatos en vivo, acompañada por percusión, guitarra y músicos maravillosos de la zona. Con el tiempo, empecé a formar mi propio concepto de presentación en vivo, y también a rescatar mis propias canciones. Cuando salí de Venezuela, venía justo de lanzar varios sencillos y de participar en el festival de cantautores en Curitiba, Brasil «el Macan Sound Pelapaes», que fue una experiencia increíble.

¡Qué interesante! Entonces llegas a Punta Cana con una propuesta profesional, pero con una trayectoria ya muy viva.


Exacto. Traía toda esa experiencia conmigo, y poco a poco fui creciendo hasta que decidí independizarme. Después de tres años, me mudé a Santo Domingo, donde descubrí propuestas hermosas dentro de la escena de música independiente, alternativa y de fusión. Eso es lo que más me apasiona: fusionar ritmos tradicionales —especialmente los de mi país— con los sonidos del mundo. He sido muy influenciada por la música brasileña y el jazz; crecí escuchándolos, y me encanta poder unir esos sonidos, esa diversidad musical, en mis propias composiciones.

Y vienes de un país donde tienen la música llanera, el joropo, todo eso… el merengue que les llevó nuestro Billo, ¡Frómeta! Ah, caramba, ¡qué bien!

Sí, sí. Realmente hemos recibido toda esa inspiración. Y bueno, así se creó también lo que hoy se conoce como el merengue venezolano —que se escribe distinto, pero guarda la misma esencia. Siento que estamos unidos de muchas maneras.

Exactamente. O sea, influenciada por todo eso, desde tu natal Venezuela llegas a Santo Domingo, la tierra del merengue… y de las playas también, claro. ¿Cómo ha sido ese recorrido? Has conocido a tantas personas… Y aprovecho para decirles que pueden visitar su canal de YouTube, donde encontrarán varias sesiones en vivo —¡muy recomendadas! Te he visto compartiendo con músicos dominicanos muy talentosos. ¡Qué bueno que se dé esa sinergia! ¿Cómo ha sido toda esa experiencia?


Ha sido hermoso, un regalo, una bendición… tal cual como lo dices. El equipo con el que cuento hoy son músicos que ya son familia para mí. Están Darol Méndez, Gustavo Medina y Samuel Paredes, con quienes me presenté el pasado 7 de marzo. Es un formato de banda completa, lo que nos permite fusionar todos estos ritmos. Es muy especial, porque Gustavo y Samuel también son venezolanos, igual que yo, y Darol es dominicano. A Gustavo lo conocí en Caracas en una oportunidad, y a Samuel lo conocí aquí. Él es maracucho, de Maracaibo —igual que yo, aunque viví también en Caracas. Entonces es muy bonito ver cómo la vida y la música te van uniendo en un propósito común. Al final, el mensaje es el mismo: transmitir nuestras raíces. Como dice Darol, es casi como un examen cultural para él (risas), siendo el único dominicano del grupo. Y es que incluimos ritmos tradicionales, como el merengue venezolano, que rítmicamente puede ser complejo si no creciste escuchándolo. Pero Darol es un virtuoso, ¡es increíble! Además de ser un gran ser humano, siempre está dispuesto a aprender y a aportar. Y cada vez que nos reunimos y creamos juntos, sale algo diferente… algo que siempre nos emociona compartir con ustedes.

«Hoy Quiero» es un tema de mi autoría, una fusión de merengue venezolano en compás 5/8, como comentábamos antes. Fue el primer tema que grabé aquí en República Dominicana, y además tuvimos la dicha de filmar el videoclip en el malecón de Santo Domingo, con la dirección de Guillermo Casado. Fue un trabajo lindísimo, lleno de energía y cariño, y los invito a escucharlo y verlo en mi canal de YouTube. ¡Ojalá les encante tanto como a nosotros crearlo!

Constanza, musicalmente el Caribe está lleno de riqueza. Somos una región sonora, influenciada por África, España, Francia, Alemania —por un tema de instrumentación—, incluso por el Medio Oriente. ¿Cómo ves tú ese crisol cultural y musical en el que se ha convertido el Caribe? Porque no solo hablamos de una región geográfica, sino también de una identidad étnica y de costumbres. Ustedes, los venezolanos, junto con los colombianos, también tienen una fuerte conexión caribeña. Incluso se habla de un «Caribe brasileño». ¿Cómo lo percibes tú desde la música?

¡Qué belleza! Mira, voy a comenzar diciendo lo impresionada y agradecida que me sentí cuando llegué a República Dominicana. Ya a los pocos meses me di cuenta de algo: mientras avanzaba con el repertorio que iba ofreciendo y escuchaba las propuestas de aquí —por ejemplo, La Marimba, Xiomara Fortuna, Luitomá— notaba cómo en la movida alternativa están presentes las raíces. Están allí, solapadas, pero firmes. Me di cuenta de que tenemos mucho en común. Tal vez los ritmos no se llaman igual, pero un sangueo nuestro puede tener mucho en común con un palo de aquí. Los tambores, por ejemplo, que se mutean con el pie o el codo… hay muchas coincidencias rítmicas y técnicas. De hecho, con Gustavo Medina estamos desarrollando una idea justamente en esa línea: identificar y destacar esas similitudes entre nuestros ritmos. Es muy especial vivir eso, viniendo de Venezuela, y sentir que, aunque seamos diferentes, compartimos una raíz común. Esa raíz se ramifica y se vuelve universal, como bien dijiste. La fusión de ritmos nos permite crear algo nuevo y compartirlo con el mundo. Eso genera curiosidad, innovación. Y la innovación, para mí, es una de las cosas más maravillosas que podemos experimentar como creativos, no solo en la música, sino también en la historia y en todas las áreas del conocimiento.

Siguiendo con el tema de la música… ¿Cómo llegaste al violín?


¡Qué bonita pregunta! La verdad es que suena a cliché, pero no lo es: siento que el violín me eligió a mí. Lo escogí cuando era muy pequeña, tenía cinco años. Estudiaba en el colegio Emil Friedman, en Venezuela, y tuve la dicha, el honor y la bendición de crecer estudiando violín desde temprana edad. Además, mi mamá es cantante, así que en casa siempre se escuchó mucha música, sobre todo música brasileña. No tengo familia brasileña, pero nos encanta el idioma y los sonidos. Así que empecé a los cinco años. Pasé por varias orquestas del colegio, tuve maestros particulares en la parte académica, pero también me formé en orquestas populares y tradicionales. Tenía la suerte de tocar desde Mozart y Tchaikovsky, hasta un joropo o una onda nueva. Crecí escuchando de todo, y eso me llevó a decidir qué quería hacer con el violín. Aunque tradicionalmente es un instrumento ligado a la música académica, clásica, me interesé muchísimo por la improvisación, por explorar sonidos alternativos. El violín es un instrumento muy técnico, sí, pero decidí llevar esa técnica hacia la fusión de ritmos, integrándolo con la voz en canciones populares. Fueron 12 años de estudio formal del violín, pero lo que realmente me motivó fue encontrarle un propósito más libre y creativo.

Paramero Soy es uno de los últimos sencillos que hemos lanzado, y forma parte del disco. Es un tema con aire de bambuco zuliano, un ritmo muy nuestro. Esta canción tiene una particularidad muy especial: la letra es un poema escrito por mi abuela, ‘Carmén’ de Lea Bencombo. La música es del reconocido compositor venezolano Enrique Hidalgo, y el arreglo lo hice junto con los músicos que participaron en la grabación. En el tema se puede apreciar claramente el protagonismo del violín, que se entrelaza con la voz para darle una identidad muy íntima y emotiva. Paramero Soy describe y celebra el paisaje del páramo de Mérida, en Venezuela, y para mí es un homenaje a la tierra, a mis raíces y a la poesía familiar.